
– Uno de ustedes es psicoanalista, el otro filósofo; su libro es un cuestionamiento del psicoanálisis y de la filosofía que, además, presenta algo nuevo: el esquizo–análisis. ¿Cuál sería entonces el lugar común de este libro? ¿Cómo concibieron la empresa, qué transformaciones han sido necesarias para uno y otro?
GILLES DELEUZE.– Habría que hablar en potencial, como las
niñas pequeñas (“nos habríamos encontrado, habría sucedido tal cosa…”). Conocí
a Félix hace dos años y medio. Él tenía la impresión de que yo iba por delante
de él, esperaba algo de mí. El caso era que yo no tenía ni las
responsabilidades de un psicoanalista ni las culpabilidades o los
condicionamientos de un psicoanalizado.