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Patrick Modiano |
Hace poco, una profesora de talleres literarios me recomendó
la novela En el café de la juventud
perdida del escritor francés Patrick Modiano. La presentó como una novela
un tanto extraña, que en una primera lectura podía parecer árida, incompleta,
pero que trataba de dejar constancia, y lo lograba, del paso por el mundo de
personas que normalmente nos resultarían indiferentes, nada heroicas ni
ejemplares. Sombras.

La profesora tenía razón, excepto en lo de que pudiera
parecer árida. En El café de la juventud
perdida me ha parecido una obra muy fecunda desde la primera línea. Es una
novela breve, con varias voces narrativas y una multitud de personajes apenas
esbozados, de los que vislumbramos un gesto, un perfil; a veces algo más, a
veces una pauta de comportamiento o un estado de ánimo crónico, pero, aún los
más desdibujados, los apenas mencionados, son personajes vivos. Eso es lo que
hace que la novela sea fértil: que está llena de vida. Eso, como es sabido, no
significa que esté llena de alegría ni de sentido. Más bien al contrario.