
En un capítulo de Los
Simpson, Bart vende su alma a Milhouse por la suma de cinco dólares. Tras
gastar el dinero en esponjas con forma de dinosaurios, comienza a arrepentirse
de haber efectuado menuda transacción. Dispuesto a pagar o hacer lo que sea por
recuperarla, sale entonces a su búsqueda. Sin embargo, pronto descubre que ya
es demasiado tarde: su entrañable amigo la cambió por unas fichas en la tienda
de revistas. “¿Te acuerdas de Alf? ¡Volvió! ¡En forma de fichas!”, lanza éste a
aquél en uno de los tantos momentos memorables de la serie… Resulta realmente
sorprendente que en la actualidad varios se encuentren diciendo algo similar pero
en relación a Marx. Es que desde que en 2008 estallara una profunda crisis
económico-financiera, se asiste en el mundo de las ideas a una situación en
verdad curiosa, determinada por la convicción de que Marx habría vuelto.
Ciertamente, resulta ya difícil mantenerse al día con
respecto a los anuncios del regreso del pensador oriundo de Tréveris que se
efectúan en la escena pública. Existe, incluso, una amplia literatura
especializada que aborda el fenómeno y da cuenta de los motivos que habrían
obligado al revolucionario alemán no tanto a partir — ¿cómo, cuándo y
a causa de qué se habría ido?— como a retornar: parecería ser cada
vez más que, después de todo, él llevaba la razón [1].