Telma Luzzani |
Libia, febrero de 2011. Los diarios “serios” del mundo anunciaban, con
títulos alarmantes, que Muammar Khadafi estaba bombardeando a su pueblo, que
iba a envenenar las aguas del país y que por las calles corrían ríos de sangre.
Salvo voces solitarias como la de Jordán Rodríguez, corresponsal de la
venezolana
TeleSur, los medios
masivos de gran tirada repetían la noticia sin chequear su veracidad. Peor aún:
publicaban falsedades a sabiendas, por dinero, con el objetivo de crear el
clima propicio para que Naciones Unidas, pocas semanas después, el 17 de marzo
de 2011, autorizara los bombardeos de la OTAN sobre Libia.
Así lo confiesa Udo Ulfkotte, uno de los más prestigiosos
periodistas alemanes, en su libro Periodistas
comprados (Gekaufte Journalisten,
Editorial Kopp), un éxito de ventas. En su libro, Ulfkotte admite haber
aceptado coimas para escribir, entre muchos otros artículos tendenciosos, uno
donde denunciaba supuestos planes de Khadafi para usar gas venenoso contra su
pueblo.