
Ricardo Sánchez Ángel | Literatura e historia se han acompañado desde la Ilíada y la Odisea de Homero. Los relatos bíblicos tienen la misma dimensión dual. Estas obras fueron escritas para mantener unas memorias, evocan unas épicas y fundaron mitos universales. Son obras de cosmogonía y religión. La gran función de la épica como literatura y como historia, tal como se entendía y vivía, era expresar comunidades imaginarias, con sus pasiones, creencias y circunstancias. Por supuesto que todo esto es más complejo. La historia puede usar lenguajes literarios, de la misma manera que la literatura hace uso de la historia. La historia busca una verdad abierta, siempre en corrección. No se queda en la duda, pero exige la crítica y los nuevos aportes. De allí la importancia de la historiografía. Mientras, la verdad literaria descansa en la imaginación poética y se sustenta en su propia creación.