Luis
Martínez Andrade | En una de las postales esbozadas sobre
Bolívar Echeverría, José María Pérez Gay (2012: 431) sostenía que el siglo XXI
sería el escenario de la última lucha de la moral universal. En ese sentido, y
siguiendo los planteamientos de Walter Benjamin, Bolívar Echeverría estaba
consciente de la devastadora marcha de la locomotora (progreso) de esta
“modernidad realmente existente”, que al no ser interrumpida por la praxis
revolucionara, nos conduce inexorablemente a la barbarie
[1].
Por su parte, desde una lectura luxemburguista, Diana Fuentes
(2012: 121) señala que la disyuntiva planteada, a principios del siglo XX, por
la teórica comunista y militante polaca bajo la fórmula “socialismo o barbarie”
era retomada por B. Echeverría: “no para profundizar sobre el contenido del
socialismo, sino para dilucidar el significado o la lógica de la barbarie”. De
ahí que, insiste Fuentes (2012: 125), “el discurso sólo puede ser radical si es
estructuralmente crítico”.