
Mario Espinoza Pino | Las relaciones de Karl Marx con el periodismo nunca fueron fáciles. Ya desde sus primeros artículos en la Rheinische Zeitung [Gaceta Renana] –un diario liberal editado en Colonia– el joven periodista habría de enfrentarse a toda clase de adversidades. Corría el año 1842, y la reciente subida al trono de Federico Guillermo IV, paladín de un agonizante feudalismo europeo, había llegado acompañada de una política tremendamente reaccionaria. El monarca de Prusia iniciaría una suerte de Kulturkampf contra cualquier atisbo de liberalismo o socialismo que pudiera influir en la opinión pública; la práctica preferida por aquel gobierno era la censura cotidiana de los diarios, pero cuando ésta se revelaba insuficiente no dudaba en utilizar métodos más expeditivos, como la supresión por decreto de los libros y publicaciones que resultaban incómodos. Bastaron unas pocas columnas de Marx sobre algunos asuntos polémicos –como la libertad de prensa o la miseria campesina– para que la administración