
Consiguientemente, este análisis se basa sobre todo en
dichos manuscritos; pero ya ahora -y con objeto, entre otras cosas, de
justificar el método utilizado- vale la pena expresar la convicción de que la
concepción filosófica del ser humano, del hombre y de la historia, desarrollada
por Marx
en aquella obra temprana, se encuentra también en las obras posteriores e incluso en las tardías, aunque con ciertas correcciones y modificaciones; por eso las obras de madurez y vejez de Marx no se pueden entender del todo si no se conoce o no se tiene en cuenta aquella concepción filosófica temprana. Cuando se pretende separar el determinismo histórico marxiano de la concepción filosófico-”antropológica” marxiana del ser humano, se tropieza con antinomias irresolubles cuyos varios aspectos reproduce y aprovecha constantemente la crítica burguesa de Marx. (Dicho sea de paso, tal vez fuera más correcto decir, en vez de nuestra expresión -de origen tradicional- “concepción filosófico-antropológica” del ser humano, “ontología marxiana del ser humano”, la expresión construida por Lukács en la última obra extensa de su vida.) Así, por ejemplo, la teoría marxiana del comunismo se interpreta -algunas veces con la mejor voluntad, según ocurre en la obra de E. Fromm- como una exigencia antropológico-moral deducible de la “verdadera” naturaleza del hombre, y otras veces -que son las más, y las menos sinceras- como fe escatológica y como meta trascendente. No menos frecuentemente se achaca a Marx, desde el extremo opuesto, el haber disuelto íntegramente el hombre en la historia, y la historia misma -tanto en sus aspectos económicos y políticos cuanto por lo que hace a los espirituales-intelectuales- en una cadena de acontecimientos, épocas, formaciones económico-sociales en sucesión necesaria, relativizando todo valor e impidiendo así a priori todos los juicios y todas las estimaciones específicamente morales, no basadas directamente en fundamentos pragmáticos. En realidad, esos dos momentos, que al entenderse como simples contrarios se deforman incluso en cuanto al contenido, constituyen en la obra de Marx una unidad dialéctica. Nuestra tarea consiste precisamente en presentar esa unidad. En la obra de Marx, la sociedad comunista aparece, por una parte, como un estadio de la historia de la humanidad que resuelve las contradicciones objetivas y subjetivas de las condiciones sociales producidas por el capitalismo -estadio que en este sentido es necesario-; uno de los puntos cardinales de su polémica con los “socialistas verdaderos” principalmente con Hess, es precisamente la crítica de las tendencias a deducir la necesidad del comunismo partiendo de la “naturaleza humana”. Pero, por otra parte, es innegable que para Marx el comunismo no representa meramente una fase histórico-evolutiva que sigue con “necesidad histórica” al capitalismo y sólo en este sentido es “más desarrollada” y “superior”; para Marx el comunismo es una época de la evolución humana contrapuesta al capitalismo y, en general, a todas las formas de sociedad antagónica que constituyen la “prehistoria” y esa contraposición es también histórico-filosófica y moral; el comunismo de Marx es también una época moralmente afirmada, entre otras cosas porque esa época representa como aquella en la cual los hombres realizan su metabolismo con la naturaleza “en condiciones más dignas de su naturaleza humana y más adecuada a ella”. Tal vez valga la pena indicar -en vista de la actual situación de la crítica marxiana- que esta cita, pese a toda apariencia, no procede de los escritos juveniles de Marx, sino del volumen tercero de El capital.
en aquella obra temprana, se encuentra también en las obras posteriores e incluso en las tardías, aunque con ciertas correcciones y modificaciones; por eso las obras de madurez y vejez de Marx no se pueden entender del todo si no se conoce o no se tiene en cuenta aquella concepción filosófica temprana. Cuando se pretende separar el determinismo histórico marxiano de la concepción filosófico-”antropológica” marxiana del ser humano, se tropieza con antinomias irresolubles cuyos varios aspectos reproduce y aprovecha constantemente la crítica burguesa de Marx. (Dicho sea de paso, tal vez fuera más correcto decir, en vez de nuestra expresión -de origen tradicional- “concepción filosófico-antropológica” del ser humano, “ontología marxiana del ser humano”, la expresión construida por Lukács en la última obra extensa de su vida.) Así, por ejemplo, la teoría marxiana del comunismo se interpreta -algunas veces con la mejor voluntad, según ocurre en la obra de E. Fromm- como una exigencia antropológico-moral deducible de la “verdadera” naturaleza del hombre, y otras veces -que son las más, y las menos sinceras- como fe escatológica y como meta trascendente. No menos frecuentemente se achaca a Marx, desde el extremo opuesto, el haber disuelto íntegramente el hombre en la historia, y la historia misma -tanto en sus aspectos económicos y políticos cuanto por lo que hace a los espirituales-intelectuales- en una cadena de acontecimientos, épocas, formaciones económico-sociales en sucesión necesaria, relativizando todo valor e impidiendo así a priori todos los juicios y todas las estimaciones específicamente morales, no basadas directamente en fundamentos pragmáticos. En realidad, esos dos momentos, que al entenderse como simples contrarios se deforman incluso en cuanto al contenido, constituyen en la obra de Marx una unidad dialéctica. Nuestra tarea consiste precisamente en presentar esa unidad. En la obra de Marx, la sociedad comunista aparece, por una parte, como un estadio de la historia de la humanidad que resuelve las contradicciones objetivas y subjetivas de las condiciones sociales producidas por el capitalismo -estadio que en este sentido es necesario-; uno de los puntos cardinales de su polémica con los “socialistas verdaderos” principalmente con Hess, es precisamente la crítica de las tendencias a deducir la necesidad del comunismo partiendo de la “naturaleza humana”. Pero, por otra parte, es innegable que para Marx el comunismo no representa meramente una fase histórico-evolutiva que sigue con “necesidad histórica” al capitalismo y sólo en este sentido es “más desarrollada” y “superior”; para Marx el comunismo es una época de la evolución humana contrapuesta al capitalismo y, en general, a todas las formas de sociedad antagónica que constituyen la “prehistoria” y esa contraposición es también histórico-filosófica y moral; el comunismo de Marx es también una época moralmente afirmada, entre otras cosas porque esa época representa como aquella en la cual los hombres realizan su metabolismo con la naturaleza “en condiciones más dignas de su naturaleza humana y más adecuada a ella”. Tal vez valga la pena indicar -en vista de la actual situación de la crítica marxiana- que esta cita, pese a toda apariencia, no procede de los escritos juveniles de Marx, sino del volumen tercero de El capital.
Precisamente a causa de la continuidad del pensamiento entre
las obras juveniles de Marx y sus obras de madurez y vejez -y en parte también
para documentar esta continuidad-, aduciremos, en cada caso en el que Marx haya
desarrollado las ideas de los Manuscritos
económico-filosóficos, los lugares correspondientes de las obras
posteriores, sobre todo de las dedicadas a la economía política.
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György Márkus |
György Márkus
Nacido en 1934 en Budapest
(Hungría). Estudió y se graduó en la Universidad Lomonosov de Moscú. Luego
enseñó en la facultad de filología de la Universidad Científica de Budapest.
Posteriormente trabajó en el Instituto Filosófico de la Academia Húngara de las
Ciencias, en calidad de investigador. Se doctoró en 1965 con una tesis sobre el Tractatus
Logico-Philosophicus deWittgenstein.
Perteneció al círculo de
teóricos críticos estrechamente asociados con György Lukács, que se conoce como
la "Escuela de Budapest". La relación de Márkus con Lukács no
fue sólo teórica y científica, sino también personal e íntima. Luego de haberse
ocupado durante años de problemas de teoría del conocimiento, Márkus cultivó
temas metodológicos básicos de la economía de Marx y cuestiones de
filosofía de la historia. Marxismo y antropología fue el primer
trabajo de György Márkus que se publicó en castellano. Antes y después de esta
obra, Márkus ha publicado otros trabajos de su época de especial dedicación a
cuestiones epistemológicas: Sobre las concepciones epistemológicas del joven
Marx (traducciones alemana e italiana); Lenguaje, lógica y realidad; La
percepción y el problemo psicofísico.
En 1973, acusado de sostener
posiciones "antimarxistas", fue revocado por decisión administrativa,
junto con otros miembros de su grupo [la conocida Escuela Marxista de
Budapest], de todos sus puestos académicos. Desempleado hasta 1977 en Hungría,
ese mismo año emigró con su familia a Australia. Desde 1977 enseña filosofía en
la Universidad de Sidney hasta finales de 1999, año en el que se retira de la
enseñanza como profesor emérito.
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http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ |