Antonio Negri | Tras haber establecido la instancia de
la producción en la fuerza del deseo y sus procesos maquínicos,
Deleuze-Guattari se desplazaron hacia el análisis de la extensión (etendue), de
su expansión en acción y movimiento. Lo que caracteriza al espacio es el
rizoma. El rizoma es una fuerza, un filum que se abre a un horizonte de
desarbolante arborescencia – y, en este proceso, la singularidad se singulariza
a sí misma cada vez más. Al mismo tiempo, en la riqueza de esta producción de
singularidades, el contexto de la vida se presenta en un juego de
interrelaciones-unidad y multiplicidad, conexiones y heterogeneidad, ruptura y
líneas de fuga son siempre invertidas según una cartografía renovada
incesantemente, formando siempre nuevos sistemas, no auto-centrados sino en
expansión. Es a partir de allí que las ciencias del espíritu pueden
reorganizarse a sí mismas, o sea, cuando las tensiones rizomáticas y las
disposiciones maquínicas aparecen como arreglos subjetivos de enunciación – las
dinámicas constitutivas se